jueves, 11 de octubre de 2007



Planteamiento Del Problema


Hay una verdad histórica, el sujeto participa del conocimiento en tanto condición positiva, lo que Gadamer llama “historia efectual”. Subjetividad, razón teórica y personalidad del historiador intervienen en la investigación histórica y en la construcción de la objetividad histórica. En su obra ¿Qué es la historia? Edward H. Carr hace la siguiente afirmación: “La historia comienza cuando los hombres empiezan a pensar en el transcurso del tiempo, no en función de procesos naturales –ciclo de las estaciones, lapso de la vida humana-, sino en función de una serie de acontecimientos específicos en que los hombres se hallan comprometidos conscientemente y en los que conscientemente pueden influir.” Nuestra cultura es una cultura basada en pueblos de historiadores, griegos y latinos, más aún, el cristianismo es una religión de historiadores, sus libros sagrados, son libros de historia, su liturgia conmemora episodios de la vida terrestre de un Dios, de la Iglesia y de los santos. El cristianismo es histórico en otro sentido, colocado entre la caída y el juicio final, el destino de la humanidad es un peregrinar donde cada individuo vive el drama del pecado y la redención. El arte, la literatura se llenan por voces del pasado, aquí se ha roto con la naturaleza para despertar a la conciencia, el hombre lucha por comprender el mundo que le rodea y actuar sobre él.
La escuela de Annales fundada por L. Febre y M. Bloch es interdisciplinaria, hace de la historia una interciencia, se sustituye la historia relato por la historia problema, al interrogar el pasado el historiador construye su objeto. Dilthey y Lord Acton lucharon por poner al espíritu humano y sus ideas en el centro de la historia, Acton y Collingwood señalan que de poco sirve estudiar los hechos si no se entiende el pensamiento que los anima. Todo concepto tiene un origen, lógico e histórico, por lo que se debe de estudiar tal aspecto en su conjunto.

El trato a la historia debe de hacerse, para nuestros fines, desde la hermenéutica analógica, así la lectura de un texto de historia en primer lugar exigirá para su comprensión, nuestra disposición de dejarnos decir algo por él, como señala Gadamer en Verdad y Método I, conciencia receptiva a la alteridad del texto, donde se incluye la incorporación de las propias opiniones previas, los prejuicios, en donde nos debemos hacer cargo de nuestras anticipaciones para que el texto se pueda presentar en su alteridad y tenga la posibilidad de confrontar su verdad objetiva con las propias opiniones previas, es decir, no sólo es el texto o el autor, de manera unívoca, pero tampoco es sólo el lector, cualquier lector, de manera equívoca. Así se concibe la verdad como algo vinculado al sujeto cognoscente, por lo tanto, condicionada, finita e histórica. La conciencia histórico-hermenéutica para comprenderse se debe llevar a cabo desde una conciencia metódica que intente no llevar a término directamente sus anticipaciones sino hacerlas concientes para poder controlarlas y ganar así una comprensión correcta desde las cosas mismas, es conveniente recordar, que son los prejuicios no percibidos los que nos vuelven sordos hacia la cosa de que nos habla la tradición.

La hermenéutica reconoce que los problemas filosóficos son insolubles así se tratan una y otra vez a lo largo de las épocas, en donde la paradigmática de la discusión filosófica se ha presentado en la historia de la filosofía, siendo el enfoque igual y distinto a la vez, la pregunta y respuesta cambia y es la misma. Por tanto, la tarea de una historia de la filosofía es un diálogo con autores y épocas, desde sus textos que son los testimonios a los que podemos acceder, lo que es una faena interminable, interminable de interpretación, recreación, producción, en tal punto, el reto es que se debe enseñar a pensar al lado de los grandes filósofos.
La filosofía ha sido un diálogo con su propia historia, comprender un filósofo es interpretarlo, la historia de la filosofía nos pone en el corazón de la finitud humana, necesitado de un incesante caminar hacia su propia superación. Donde “preguntar y responder, abrir problemas, descubrir dialécticamente, disputatio, eso es la historia de la filosofía. Arte de ensayar, de conversar, de pensar, la historia de la filosofía es filosofía plena, el método histórico exige el diálogo con la tradición. Los textos se integran a través de su comprensión. La conciencia de la historia efectual es conciencia de la situación hermenéutica.”
Comprender el pasado es ir a otro horizonte, donde el pasado propio y extraño sea parte del horizonte móvil de la vida humana, ascendiendo a una generalidad superior, hasta lograr la fusión de horizontes que es la conciencia histórico efectual. No es la historia la que nos pertenece, somos nosotros los que pertenecemos a la historia, antes de comprendernos en la reflexión nos comprendemos de manera autoevidente en la familia, la sociedad y el estado en que vivimos, así los prejuicios de un individuo son la realidad histórica de su ser. Gadamer ha señalado que los hombres se instalan en prejuicios, que es la tradición histórica dentro de la cual nacen y se desarrollan, en donde la posibilidad de diálogo y comunicación se funda en un acuerdo constituido por la tradición, la autoridad y el prejuicio. El prejuicio y la tradición no cierran el campo de la comprensión, sino al contrario, lo abren, aunque junto al lado de la pertenencia a la tradición se da una extrañeza respecto a ella, de tal grado que se une pertenencia y distanciamiento al lado de la posibilidad de la hermenéutica.

La movilidad histórica es la clave de la hermenéutica, cuyo lugar es la objetividad de la distancia y la pertenencia a una tradición. La tradición fue la forma de autoridad que el romanticismo defendió, lo consagrado en la tradición y en el pasado posee una autoridad que es anónima, en donde nuestro ser histórico y finito está determinado por el hecho de que la autoridad de lo trasmitido tiene poder sobre nuestra acción y nuestro comportamiento. Las costumbres encuentran el fundamento de su validez en la tradición, la tradición es un momento de la libertad y de la historia. Aun cuando la vida sufre sus transformaciones más tumultuosas, a pesar del aparente cambio de todas las cosas se conserva gran parte del legado antiguo de lo que nadie creería, que se integra con lo nuevo, en una nueva forma de validez, por lo que la conservación es una conducta tan libre como la transformación y la innovación, estamos siempre en tradiciones, la historia comparte con la pervivencia de las tradiciones el presupuesto de sentirse interpelado por la tradición misma. El efecto de la tradición que pervive y el efecto de la investigación histórica son una unidad efectual cuyo análisis sólo podría hallar un entramado de efectos recíprocos, se debe reconocer el momento de la tradición en el comportamiento histórico y elucidar su productividad hermenéutica. “Lo que satisface nuestra conciencia histórica es siempre una pluralidad de voces en las cuales resuena el pasado. Este sólo aparece en la multiplicidad de dichas voces: tal es la esencia de la tradición de la que participamos y queremos participar.” Se busca dar luz bajo las condiciones en que se comprende, prejuicios y opiniones previas que posibilitan y obstaculizan la comprensión, que es producir, ya que siempre se comprende de un modo diferente. La historia de la filosofía nos lleva a un diálogo de textos filosóficos del pasado y del presente, en donde se ha de buscar la razón comunicativa, lo que Habermas llamó “interacción”.

Se deben poner en suspenso los prejuicios, cuya estructura lógica es la pregunta, una pregunta abre y mantiene abiertas posibilidades, cuando un prejuicio se hace cuestionable no significa que se le deje simplemente de lado y que el otro o lo otro venga a sustituirlo en su validez, tal es la ingenuidad del objetivismo histórico. Por ello, “un pensamiento verdaderamente histórico tiene que ser capaz de pensar al mismo tiempo su propia historicidad. Sólo entonces dejará de perseguir el fantasma de un objeto histórico que lo sea de una investigación progresiva, aprenderá a conocer en el objeto lo diferente de lo propio, y conocerá así tanto lo uno como lo otro.” La hermenéutica adecuada debe mostrar en la comprensión la realidad de la historia, que no se apoye sólo en los textos o testimonios históricos de manera unívoca o en todas las interpretaciones de quienes leen tales textos o testimonios en forma equívoca, buscar la analogía entre ambos extremos es lo más conveniente. De suerte que el historiador de la filosofía debe buscar las distintas intenciones irreductibles de cada gran filósofo y de cada periodo de la filosofía sin caer en la idea de que la historia de la filosofía consiste en respuestas típicas a problemas abstractos, no es mera historia de las ideas o cronología de las ideas. Ya que todo gran filósofo desconcierta la problemática anterior y organiza las cuestiones principales a un nuevo proyecto, en donde la historia es siempre polémica, lo cual a su vez, es su unidad. Aquí la filosofía que se busca comprender es mi coloquiante, es filosofar en común, es intersubjetiva, se da en un diálogo, entre intérprete y texto. Los problemas planteados por el filósofo son combinación de lo absoluto y lo singular, nuestra tarea es encontrar la proporción de tal tensión, el ritmo que subyace ante tal problemática.

La historia de la filosofía no debe ser una simple colección de hechos sino un método que nos enseñe a comprenderlos, no examinar los distintos sistemas filosóficos en su mera concatenación de hechos, sino considerar simultáneamente las corrientes y las fuerza de la cultura y del espíritu en general, ya que cada época tiene un sistema fundamental de conceptos y premisas generales y últimas a través de las cuales domina y ordena la variedad de experiencias, explicitar tales nociones es fundamental en una historia de la filosofía adecuada, en donde tenemos que registrar los gérmenes y síntomas de las nuevas corrientes del pensamiento. No saltar de una época a otra o de un autor a otro, sin ver los elementos que han intervenido en la formación de las nuevas filosofías. Como en el caso de la asignatura de Historia de las Doctrinas Filosóficas, en donde pasamos de Aristóteles al pensamiento de San Agustín, sin reconocer el proceso que sirve de puente entre tales pensadores.

Se debe rastrear el cambio en aquellos autores que lo preanuncian. No debemos olvidar que “hay continuidad y conexiones, acción y reacción, tesis y antítesis y ninguna filosofía es comprensible si no se la relaciona con su contexto histórico y en sus relaciones con los demás sistemas.” En este punto, sólo el que tiene horizontes, que es el ámbito de visión que abarca todo lo visible desde un determinado punto, puede valorar correctamente el significado de todas las cosas que caen dentro de ellos de acuerdo a los patrones de cerca y lejos, grande y pequeño, debemos buscar el horizonte correcto para las cuestiones que se nos plantean de cara a la tradición, así el “sentido histórico” es la disponibilidad y talento del historiador para comprender el pasado a partir del contexto propio desde el que se encuentra, “tener un sentido histórico es vencer de una manera consecuente esta ingenuidad natural que nos haría juzgar el pasado según los parámetros considerados evidentes en nuestra vida cotidiana, en la perspectiva de nuestras instituciones, de nuestros valores y de nuestras verdades adquiridas. Tener un sentido histórico significa esto: pensar expresamente en el horizonte histórico que es coextensivo con la vida que vivimos y que hemos vivido.” La conciencia histórica cuando se coloca en la situación de un pasado e intenta alcanzar su verdadero horizonte histórico, a manera de diálogo, el otro se hace comprensible en sus opiniones desde el momento en que se reconoce su posición y horizonte sin que ello implique que uno llegue a entenderse con él. La conciencia histórica al desplazarse a horizontes históricos, que todos juntos forman ese gran horizonte que se mueve por sí mismo y que rodea la profundidad histórica de nuestra conciencia, la conciencia más allá de las fronteras del presente, pasado propio y extraño al que va la conciencia histórica, forma parte del horizonte móvil desde el que se vive la vida humana y que determina ésta como su origen y como su tradición, por lo que comprender una tradición demanda un horizonte histórico, que no se gana sólo desplazándose a una situación histórica, se debe tener siempre su horizonte para poder desplazarse a una situación cualquiera, lo que es traerse a sí mismo hasta esta otra situación, tal es el sentido de desplazarse. Al desplazarse, en el caso de la situación de otro hombre se le comprenderá, se hace conciencia de su alteridad, ya que uno se desplaza a su situación. Aunque este desplazarse no es empatía ni sumisión del otro en los propios patrones, es un ascenso a una generalidad superior, que supera la particularidad propia y la del otro.

Ganar un horizonte es aprender a ver más allá de lo cercano y muy cercano, no desatendiéndolo, sino integrarlo en todo más grande y en patrones más correctos, una conciencia verdaderamente histórica siempre aporta su propio presente, se ve a sí misma y a lo históricamente otro en sus verdaderas relaciones y ganar para sí un horizonte histórico requiere un intenso esfuerzo, ya que se escucha a la tradición en su sentido propio y diferente, lo que tiene lugar bajo la forma de un proceso de ir destacando aspectos en una relación recíproca, pues “todo destacar algo vuelve simultáneamente visible aquello de lo que se destaca. Es lo mismo que hemos descrito antes como los prejuicios.”

La situación hermenéutica esta determinada por los prejuicios que aportamos, los cuales forman el horizonte de un presente, que es proceso constante de formación, en tanto que nos vemos obligados a poner a prueba nuestros prejuicios, parte de la prueba es el encuentro con el pasado y la comprensión de la tradición de la que procedemos. El horizonte del presente no se forma al margen del pasado, no hay horizonte presente en sí mismo ni horizonte histórico que ganar, ya que “comprender es siempre el proceso de fusión de estos presuntos <>.” 9 La fusión tiene lugar en el dominio de la tradición, ya que aquí lo nuevo y lo viejo crecen hacia una validez llena de vida, sin que alguno destaque por sí mismo.

El encuentro con la tradición realizado con conciencia histórica experimenta la relación de tensión entre texto y presente, no se trata de ocultar tal tensión, sino encontrar la proporción en estos dos polos, vía la analogía. El proyecto de un horizonte histórico es un momento en la realización de la comprensión que se recupera en el propio horizonte comprensivo del presente, es la realización de la comprensión donde se da una fusión horizóntica que en el proyecto del horizonte histórico lleva a cabo su superación, la realización controlada de tal fusión es la tarea de la conciencia histórico efectual, en donde se plantea el problema de la aplicación contenida en toda comprensión.

Cada autor se debe comprender desde su vida y su época si se quiere conocer cabalmente, ya que la filosofía es un sistema de acciones vivientes y no mera exposición de doctrinas. La historia de la filosofía ha de poner al descubierto sus más evidentes supuestos, retornar a la fuente original del filosofar y asistir de nuevo a su nacimiento y en este volver consiste la historia de la filosofía. Los sistemas filosóficos son totalidades orgánicas que se determinaron por la vitalidad que alentaba en la cultura dominante en el momento de su nacimiento, ya que los filósofos operan a partir de situaciones dominantes de su mundo vivido bajo un condicionamiento socio-histórico, a lo que no debe desinteresarse el historiador de la filosofía. La exploración del pasado filosófico es una toma de posición filosófica, por lo que la historia de la filosofía tiene a la base una interpretación de los autores estudiados.

En la historia de la filosofía se debe tener un enfoque y método interdisciplinar, ya que se está esencialmente vinculado a valoraciones e interpretaciones, no se busca enunciar meros hechos, sino en tanto fenómenos sociales y culturales, en los que se opta por enfoques y apreciaciones, emitiendo juicios de valor, no olvidemos que en la búsqueda de la verdad se involucra el sujeto con su particular punto de vista.

La propuesta docente en Historia de las Doctrinas Filosóficas que busco presentar, como estrategia para la mayor comprensión de la asignatura, es abierta y dinámica, algo propio de la hermenéutica analógica, lejos de dogmatismos y sistemas cerrados, basados en una visión unívoca, o de la idea equívoca de que cualquier interpretación es válida, se busca orientar a los estudiantes a lecturas fundamentales y capacitarlos en la búsqueda de la filosofía, aprender a aprender y aprender a filosofar. Aprender el sentido crítico, la capacidad de diálogo y la capacidad de la hermenéutica analógica, tal es la base de nuestra propuesta. No se aprenderán contenidos descontextualizados, se verán autores y periodos de la filosofía desde nuestra situación, intentando esa fusión de horizontes de la nos habla Gadamer en Verdad y Método I, concordancia entre la expresión y la recepción, ya que en la tradición como historia efectual se involucra la precomprensión del intérprete. No se buscará formar eruditos o especialistas de la materia, sino personas capaces de interpretar los problemas de la filosofía desde su contexto, por lo tanto, críticas e inquietas, lo que acorde con el programa de Historia de las Doctrinas Filosóficas “se espera que el alumno adquiera la herramienta indispensable para introducirse en el terreno de la investigación filosófica y el autoaprendizaje.”

1 comentario:

Alma Rosa dijo...

Armando:

Todo lo que expresas como planteamiento del problema, más bien debería estar en el marco teórico, a excepción del último párrafo.

En esta sección debe estar una explicación sobre los problemas que detectas a nivel bachillerato, en el aprendizaje de la filosofía y resaltar porqué la hermenéutica analógica es una vía para su solución.

En el comentario anterior, encontré en el párrafo 2 una parte que podrías incluir como planteamiento del problema.

En general, tienes todos los elementos que explican tu trabajo de tesis, sólo falta que le des una mayor estructura.